terça-feira, 31 de agosto de 2010
Alguém me ajuda com isto?...
HELP!!!
Texto de apresentação da exposição de arte contemporânea no "museu da cidade" em Lisboa, cujo título já deixa antever o que lá vai por dentro: "...and then again..."
"A exposição constrói-se a partir de pressupostos que visibilizam uma das notas mais características da condição vivida na Arte actual: relacionalidades (múltiplas) entre expressões artísticas - seus procedimentos, matérias e técnicas/tecnologias; diferencialidades estéticas - seus "dogmas", intenções, discursos...; transposições epistemológicas - cumplicidades semânticas, oposicionalidades cognitivas (outrora irreversíveis)... "and then again"...
A impressão de uma mão (anónima) na parede de uma caverna é uma singularidade pessoal, intransmissível e matricial - consciencializada a individuação na pré-história. Corresponde, pois, a uma das primeiras decisões de mostrar a singularidade pessoal em termos filogenéticos quanto ontogenéticos: também a criança ensopa a mão em tinta colorida e pressiona a parede que é um papel, afirmando-se única e humana. À dimensão pictogramática a valência mítico-simbólica, a infindável possibilidade de interpretação, as mutações fruídas por "outrem". Este "sinal visual" associado a outros articulava, nos primórdios, uma linguagem universal anterior à escrita: nisto acreditou Almada Negreiros desde Francisco de Holanda... viajando nesse "arco do tempo" desenhado por si em 1921 (para o "Comício dos "Novos" no Chiado Terrasse") e... impresso em obra para ser conhecido por todos. Talvez, por alguma razão fiel, artistas em absoluta maturidade produziram gravura, nela versando a sua sabedoria e experiências inúmeras: o seu poder de síntese, a convergência entre forças intrínsecas de grafias, desenho, pintura e escultura (..."and then again"...). A razão de realizarem gravura nessas fases etárias estará na duração vécue que a vida lhes outorgou em corpo, diversidade e conhecimento quanto criação/produção... Na gravura traz-se o corpo em unidade razão+intuição, pois é duração, repetência, transfiguração e memória, alguns dos conceitos charneira considerando sua extensão e seu corpo vastíssimo - quanto insuspeitos e inesperados."
Bom... a minha interpretação é que este texto é ele próprio arte. Sugiro que em vez de procurar qualquer significado (ou deverei dizer significação, porque conteúdo semântico do que se transfigura, daquilo que emana, do devir subjacente às coisas?) no texto, olhemos para ele de longe, procurando nele figuras geométricas, como quem as procura olhando para as nuvens!... Ou então ajudem-me lá, que eu sozinho não vou lá!
segunda-feira, 30 de agosto de 2010
No Guincho...
Quase que guinchava, sim, com o vento que quase me impedia de pedalar, com os grãos de areia a bater-me no corpo todo, com o frio nas orelhas depois do banho no mar...
(a foto não é tratada e vê-se na aresta superior sombras da mão que tapava o sol)
Muito vento, mas na verdade também muito bom. Bicicleta no comboio até Cascais, depois 9 quilómetros até à praia, por ciclovia. Para repetir!
Frase do dia...
de "a formação da mentalidade submissa" de Vicente Romano. E logo a seguir:
"Conta-se a anedota de um empresário que dizia a um trabalhador:
- Só quero o melhor de si.
Ao que o trabalhador respondeu:
- Pois é isso justamente que eu não lhe quero dar!"
sexta-feira, 27 de agosto de 2010
quinta-feira, 26 de agosto de 2010
A formação da mentalidade submissa...
De Vicente Romano, disponível em castelhano aqui e em português (tradução de Rui Pereira) na editora Deriva, deixo-vos um excerto do que li ontem. Digam lá se é verdade ou não.
"
Las cosas, del revés
Es normal llevar a cabo propósitos, realizar intenciones sin conocerlas a fondo. El hecho de que alguien haga algo no demuestra que sepa lo que hace. La peculiaridad de realizar un designio sin ser consciente de él se suele atribuir a las máquinas. El coche llega a un destino determinado sin saberlo: va dirigido por otro. Pero el comportamiento mecánico e las personas sólo es extraordinario en apariencia.
Hablar es una de las acciones más frecuentes. La mayoría de las afirmaciones que se hacen al hablar son falsas. Así, por ejemplo, muchos trabajadores y empleados dicen: "El dinero trabaja", aunque no es el dinero el que trabaja, sino ellos. Los trabajadores y empleados repiten lo que han oído. "Pon tu dinero a trabajar con nosotros", proclaman incesantemente los establecimientos bancarios. ¿De dónde se han hecho los trabajadores con esta idea que pone el mundo patas arriba, que presenta las cosas del revés? Los sesudos profesores de economia vienen afirmando lo mismo desde hace decenios. Dicen que el suelo, el capital y el trabajo son los "factores (hacedores) de la producción".
Pero el suelo no hace nada, el capital no hace nada, el "trabajo" no hace nada. Los trabajadores y empleados son los que hacen, y también algunos empresarios. ¿Qué razón puede haber para que persistan estas tergiversaciones de la realidad?
La razón podría estar en el efecto que producen. El efecto de presentar así la producción es que los trabajadores y empleados atribuyen al capital más importancia que a ellos mismos a la hora de producir algo, aunque sean ellos quienes producen el capital. El efecto es esta modestia. La humildad es una cualidad de los esclavos, de la mentalidad sumisa.
¿Qué condiciones hacen posible que en las escuelas se enseñen durante decenios y decenios cosas que son absurdas y perjudican a los educandos? ¿Acaso es esto lo que significa "hacer hombres y mujeres de provecho"?
Los habitantes de las grandes ciudades muestran a los visitantes de provincias y del extranjeros los maravillosos rascacielos y los últimos edificios "inteligentes" de los bancos y consorcios empresariales. Los señalan con orgullo y hablan de ellos como si les perteneciesen. Pero la realidad es que son propiedad privada de unos cuantos negociantes multimillonarios y que éstos expulsan a esos habitantes hacia las ciudades dormitorios de la periferia. Miles y miles de ellos tienen que abandonar sus viviendas del centro porque unas decenas de especuladores ganan más con los edificios comerciales que con las viviendas. Trabajadores y empleados tienen que marcharse al campo, a las afueras (ahora se llaman "suburbios") porque el Estado protege a los especuladores del suelo. Hoy día los trabajadores emplean más de una décima parte de su vida en el desplazamiento al lugar de trabajo.
Los expulsados están orgullosos de la propiedad de quienes los expulsan. No han aprendido a establecer relación entre las distintas informaciones, a contextualizarlas. Consideran que su situación es inmodificable.
La escuela
En 1934, el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht compuso el siguiente poema, titulado "Preguntas de un obrero lector":
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada
¿adónde fueron los albañiles? Roma
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó
¿El solo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II venció en
¿Quién la venció, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba los gastos?
Una pregunta para cada historia.
Es probable que los autores de los libros de historia que se leen en las escuelas no supieran lo que escribían. Se han limitado a copiar fielmente lo que durante muchos años aprendieron como alumnos. Y al copiar no se les ocurrió hacer ninguna pregunta. En la escuela no aprendieron cómo hacer preguntas. Es mucho más fácil afirmar que el Sr. Tal y Tal construyó esto y aquello que decir: El Sr. Tal y Tal se ha apropiado del dinero de susconciudadanos (o súbditos) asignando a sus empresas, o a las de sus familiares y amigos, los fondos públicos actuales y futuros (en virtud de las deudas bancarias contraídas) para que construyan tal o cual monumento, jardín o carretera. Para llegar a esta afirmación no sólo hay que pronunciar más palabras, también hay que hacer más averiguaciones y disponer de otras informaciones. El conocimiento es siempre activo y exige esfuerzo.
El sentido de las historias que nos han contado de esta manera en la escuela radica en su efecto. El efecto es que los escolares y estudiantes se habitúan a tener por verdadero lo que no puede serlo. Y en la medida en que la escuela los habitúa a considerar que la injusticia es justicia, se acostumbran a sacrificarse por una minoría, estando dispuestos incluso a entregar su salud y su vida por esa minoría. Eso es lo que se denomina violencia simbólica. Pero de la violencia hablaremos más adelante.
Los hábitos son difíciles de erradicar, una vez adquiridos. Los trabajadores y empleados de las empresas de multimillonarios famosos leen encandilados cómo éstos dilapidan en los casinos o les regalan a sus amantes el dinero que ellos han producido. Contemplan los reportajes gráficos y leen la cifras del dispendio sin indignarse. Los empresarios de las revistas del corazón se enriquecen a su vez mostrando a todo color lo que esos empresários "playboys", como G. Sachs y otros, hacen con el producto de su trabajo, con qué habilidad y elegancia se mueven a la hora de despilfarrar su trabajo. A juzgar por este tipo de publicaciones, el verano de
Las historias inculcadas en la infancia han hecho su efecto. Si se encuentran personalmente con uno ( o con una, que también las hay) desean que se fijen en ellos, que les presten atención o les firmen un autógrafo, en vez de escupirle en la cara. Pero, incluso si alguien quisiera escupirles en la cara, se lo impediría la violencia instituida: el empresario lo despediría, los demás empresarios tampoco le darían trabajo por compañerismo, los tribunales lo condenarían, la oficina de empleo le negaría la asistencia y ayuda. Estaría acorralado. A lo sumo le ayudaría una huelga de todos sus compañeros. A todo esto se añade que escupir no sirve de nada, salvo la satisfacción personal del trabajador.
A veces es el empresario el que agrede físicamente al obrero, sin mediación de policías ni jueces.
(…)
Los humildes y sumisos, los habitantes de las chabolas, los pobres, en suma, les ponen a sus hijos los nombres de reyes, princesas y famosos. Estas humildes Fabiolas y Sorayas, Luis Felipes y Carlos Albertos expresan la reverencia de los pobres ante la gente fina, cuya distinción se debe precisamente a la existencia de pobres. Las Sorayas y Fabiolas, Carlos Albertos y Luis Felipes, etc., se convertirán en mano de obra no cualificada. Fuera de sus pretenciosos nombres, no hay nada más en sus vidas. En el caso de que trabajen durante toda su vida productiva, su trabajo le producirá al propietario de la fábrica, a cualquiera de los miembros de esas familias famosas de las revistas ilustradas, el dinero suficiente para comprarse un lujoso Mercedes. Una parte de ese Mercedes le faltará a
(…)
Un cuento popular ruso se mofa de esta mentalidad sumisa del modo siguiente: un hombre rico y otro pobre viajaban juntos. El rico llevaba un caballo castrado, el pobre una yegua. Una noche, mientras hacían un alto en el camino, la yegua parió un potrillo. El potrillo se deslizó debajo del carro del rico. Este le dijo al pobre que el carro había parido el potro.
La inteligencia no protege de la idiotez, pues hay muchas maneras de hacer el tonto. Algunos dirán que sólo los tontos viven para otros. Pero lo que sabemos acerca de loscondicionamientos de nuestras acciones no lo decidimos nosotros. Nuestro conocimiento depende de las informaciones que recibimos. Y nuestra influencia sobre esas informaciones es limitada. Cuesta mucho trabajo hallar las informaciones que nos faltan. Determinadas informaciones y conocimientos son incluso propiedad privada. "
quarta-feira, 25 de agosto de 2010
Como fazer com que um sistema seja preterido pelos potenciais utilizadores...
Bom, uma coisa que costuma resultar muito bem é torná-lo imprevisível.
Tinha quatro livros cujo prazo de entrega nas bibliotecas de Lisboa terminava ontem, dia 24. Sabia que a biblioteca aqui mais próxima, que calha de ser a biblioteca central, no Campo Pequeno, abria às 10 e fechava às 19. Saí do trabalho e lá fui eu a caminho da biblioteca, onde cheguei às 18 e vinte e qualquer coisa. Dei com o nariz na porta. Vá lá que foi só o nariz!...
E porquê?... "Horário de Verão"!... Era quem lhes desse uma estalada de Verão, era o que era... Mas pronto, resignei-me, que é uma boa prática quando não há muito a fazer, e pensei que no dia a seguir teria de lá voltar. A questão é que o horário de Verão é das 11 às 18 e eu durante esse período trabalho. A única alternativa seria utilizar a hora de almoço. E assim fiz.
Fui almoçar cedinho e em ritmo acelerado (ouvi dizer que faz bem à pança) e para lá me dirigi. Quando lá cheguei... dei com o nariz na porta! Ora vejam lá se descobrem porquê!...
Irra! Faz lembrar a porra dos comboios da CP que têm sempre uma letrinhas miudinhas e nos deixam dependurados numa plataforma de uma estação qualquer no domingo à tarde a deitar contas à vida e a blasfemar contra os deuses e tamanhas inteligências que fazem estes sistemas tão "amigos do utilizador"...
terça-feira, 24 de agosto de 2010
Destas formas de amar - parte 1...
Porque é que amar tem de doer?
O que é ser “cool”? Cool é o tipo impassível, que parece estar sempre acima de tudo o que se desenrola ao seu redor. Acima, ao lado, tanto faz... noutro universo. Há muitas formas de ser cool. Uma delas é estar simplesmente distraído. O carro dirige-se a uma velocidade assombrosa para o nosso sujeito cool. Está-se mesmo a ver que vai causar muitos danos. Mas o nosso sujeito cool continua entretido a palitar os dentes com uma palha qualquer arrancada do chão uns minutos antes. Trinca, mastiga, faz movimentos com os lábios... Que esplendoroso que sou... Ah!... Que belo dia este!... E o carro sempre a andar, a direito ou a torto, na sua direcção...
Outra forma de ser cool é ser simplesmente imbecil. Ignorar causas e consequências quando elas estão escarrapachadas mesmo à frente do seu nariz... Algo muito próprio de um crocodilo, por exemplo... Saber que o inimigo tem uma arma apontada à sua cabeça, mas esquecer-se que ela até pode ser disparada e que possivelmente isso irá provocar algum mal-estar...
Ou então ser egoísta. Esta é a forma mais admirável de se ser cool. Porque se tem a possibilidade de pensar e sentir um pouco, de se ser solidário, preocupado e responsável, mas em vez disso opta-se pela estratégia do “que é que eu tenho a ver com isso?”. Não querer saber é muito mais sofisticado e tem muito mais estilo do que um não poder saber porque se está distraído ou não se sabe pensar com dois dedos de testa. Imaginemos o herói de Hollywood que num cenário de verdadeira catástrofe se está a marimbar para tudo o que ocorre à sua volta...
“Cool” significa frio em inglês. É cool o tipo que é frio, isto é, que não sente. Assim um pouco como um calhau à sombra. Ou como o nosso crocodilo, animal de sangue frio, sempre cool, misteriosamente mesmo quando se deita ao sol. Um animal cem por cento cool.
Porque é que um tipo cool há-de mover um dedo para o que quer que seja? Na realidade, se levarmos as coisas ao limite, o tipo cool não há-de mover dedo algum. Há-de permanecer sempre cool no seu lugar, com um sorriso no canto da boca, e a mesma palha já sobre-mascada e a parecer um monte de baba unido por um fio castanho, até ao seu juízo final. Nesse momento ele irá encarar a própria morte com o mesmo sorriso no canto da boca. E será ainda esse sorriso que ele apresentará ao São Pedro às portas do céu, ciente que ninguém o poderá acusar de pecado por acção... Talvez um pouquito por omissão, vá lá... Mas também se tiver de ir para o inferno, isso não é nada que apoquente um tipo verdadeiramente cool.
Na verdade, a emoção tem um papel fundamental na acção de um indivíduo. Estão bem documentados casos de pessoas com distúrbios mentais que afectam sobretudo as emoções, embora deixando as respectivas capacidades técnicas intactas, e que se transformam em pessoas completamente inertes, vegetais autênticos, porque perante situações concretas não são capazes de tomar uma decisão sobre agir ou não agir, ou acerca da forma como agir.
Acerca disto eu costumo utilizar o exemplo do sujeito que se passeia num jardim romântico, daqueles com caminhos em desenhos muito pouco rectilíneos, normalmente ladeados por canteiros ou sebes de algum tipo de arbusto. Eventualmente o sujeito poderá deparar-se com uma bifurcação do caminho em que segue, com os dois caminhos resultantes perfeitamente simétricos e voltando a unir-se alguns metros mais adiante. Como é que o sujeito decide qual dos dois caminhos tomar?
Numa tal situação, um ser perfeitamente racional, qual computador com pernas, resolvendo passos de algoritmos a cada passo do caminho, poderia empancar. Bom... talvez se resolvesse a situação saindo e voltando a entrar!...
As emoções são fundamentais para as decisões, para as opções, e por essa via são também fundamentais à acção. E se assim é, então o indivíduo perfeitamente cool, frio, insensível, terá sérias dificuldades em agir. O que também está certo, uma vez que se coaduna muito bem com o seu estatuto de cool, o tipo que mantém o sorriso no canto da boca mesmo quando o prédio onde está ameaça ruir em pleno terramoto. Nunca ninguém saberá se o tipo era um cool com pinta ou um cool idiota, mas enfim!...
Quando se sente, a coisa muda de figura. Sentir, ter emoções, é gostar e desgostar, é querer e não querer, é o contrário de ser impassível. Uma pessoa que gosta, não pode ficar indiferente quando o objecto desse sentimento se modifica. Gostar é ter sangue a fluir, é ter rubores e suores nos sítios e nos momentos mais inoportunos. É coração, é vermelho, é calor. Quem sente e quem gosta, verdadeiramente, não pode ser cool. Uma mãe cool perante o seu filho deveria ser internada de imediato!
Sentir muito, gostar muito, querer muito não implica apenas coisas boas. Uma consequência negativa é, por exemplo, a interferência desses fortes sentimentos no pensamento racional clarividente. E pouco será necessário dizer a este respeito, pois acredito que todos já passaram por, ou já foram testemunhas de, situações aflitivas em que a aflição comprometeu um potencial melhor rumo para os acontecimentos.
Outra consequência negativa de querer muito é a possibilidade de não ver esse sentimento correspondido. Em quase todas as coisas que uma pessoa quer muito há um conjunto de factores dos quais apenas uma pequena parte depende principalmente (já nem digo exclusivamente) do sujeito desse querer. Queremos que o Olhanense ganhe o campeonato, que o PIB aumente, que o nosso filho tenha boas notas na escola, que o trânsito esteja bom amanhã de manhã, que não chova, que os tomates não sejam atacados pelos bichos, uma promoção no trabalho, ganhar a lotaria, etc., etc., etc. E sempre que queremos algo que não depende de nós corremos o risco de ficarmos desiludidos, de perdermos a ilusão de alcançarmos a coisa querida.
Conforme algumas religiões o afirmam, o desejo é a fonte do sofrimento.
Então, qual é a solução? Bom, é bastante evidente que se o desejo é a fonte do sofrimento, para não sofrer basta não desejar, isto é, ser cool. Ser cool é, portanto, o caminho para o não sofrimento. Infelizmente, ser cool é também o caminho para o não prazer. E também, digo eu, para uma existência mais idiota, porque mais desprovida de sentido. Creio que Buddha terá sido muito cool... e não sei se isso é muito abonatório... Mas vá, temos de inserir as coisas no seu contexto histórico se queremos compreender o seu total significado. Buddha viveu alguns séculos antes do outro... como é que ele se chama?... o... o... o Cristo! E bom, nessa altura a vida não devia ser muito fácil, sobretudo para quem houvesse encarnado noutro ser que não um sujeito poderoso. Não admira, nesse contexto, que deixar de ter grandes prazeres fosse um preço razoável a pagar para deixar de ter grandes sofrimentos.
Quem advoga, no entanto, que na sociedade actual o melhor caminho para ser feliz é deixar de querer coisas (não necessariamente para nós próprios), é porque leva uma vida mesmo infeliz, ou então porque não está a ver bem o cenário todo. Certamente a minha opinião é bem diferente.
Eu acredito que a felicidade se adquire sobretudo pelo sentido que conseguimos atribuir à vida, como um todo, e a cada pequena parcela que a constitui na medida em que possa estar de acordo com o sentido mais geral.
Ora racionalmente, tanto quanto julgo saber, é difícil de fixar um sentido para a vida. Quererão porventura ajudar-me a explicar qual o sentido de os átomos do meu corpo se terem agrupado e em conjunto decidirem começar a escrever sobre este assunto?...
O sentido das coisas e da vida, o rumo que lhe damos, depende das nossas emoções, depende daquilo que queremos para o mundo que nos rodeia e para nós próprios.
Afirmo, portanto, que a felicidade depende do sentido e que o sentido depende da nossa vontade. Afirmo em simultâneo que a vontade é a fonte do sofrimento. E para que não julguem que endoideci de vez, afirmo o conjunto destas duas afirmações, isto é, que o sofrimento faz parte da felicidade. Isto é, não há solução para a intenção de querer ser feliz sem sofrer e é um beco sem saída pretender que a felicidade se alcança evitando o sofrimento. Evitando o sofrimento evita-se também a felicidade.
A meu ver só temos uma dimensão ao longo da qual nos podemos tentar posicionar: é a dimensão que tem num extremo a segurança e no outro extremo a assunção do risco. Creio que o posicionamento ao longo desta dimensão, mais para um lado ou mais para o outro, depende principalmente da dimensão dos nossos medos e da nossa capacidade para os ultrapassar (e não eliminar), isto é, do nosso espírito de sacrifício, da nossa capacidade para suportar a dor, da nossa entrega (ao conhecido e ao desconhecido).
Dizendo o mesmo de outra forma, defendo que devemos assumir tantos riscos (de preferência que não sejam riscos idiotas, ou seja, com probabilidades reduzidíssimas de sucesso, e isto remete para a discussão sobre a nossa capacidade de discernimento, o que ocuparia toda uma outra palestra) quanto o nosso espírito de sacrifício o permitir. Penso que a felicidade depende disso. A felicidade depende de assumirmos riscos, de querermos coisas, de nos sujeitarmos às consequências menos positivas que daí possam advir. Se queremos ser felizes temos de querer muitas coisas, de nós e dos outros e do mundo, para nós e para os outros e para o mundo.
Amar é querer muito. Amar é fonte incerta de felicidade e de tristeza. Não tem de ser de uma ou de outra forma. Mas é um risco que se corre.
Valerá a pena? O que fazer quando dá em sofrimento?... Tema para um próximo capítulo.
AWF, Lisboa, 23 de Agosto de 2010
Geóide - Seríamos mais leves na Taprobana!...
Passo a explicar o que é o geóide, com uma volta ao bilhar grande - não se enervem que lá chegaremos.
Ao contrário do que acontece com os astronautas a meio caminho da lua, nós, gente comum que aqui anda na superfície da Terra, sentimos muito bem o nosso próprio peso. Sobretudo quando é necessário levantar da cadeira!... E porquê? Porque somos atraídos pela Terra.
Na realidade, somos atraídos pela Terra exactamente na mesma medida em que nós próprios atraímos a Terra! É giro, não é? A Terra puxa-me com uma força de 74 kgf (quilogramas-força) e eu puxo a Terra com uma força de 74 kgf. A questão é que 74 kgf para mim já é muito (é até demais!) e para a Terra não é quase nada.
Porque é que a Terra nos atrai? Porque tudo atrai tudo. E porquê? Ninguém sabe.
Ninguém sabe porquê, mas a verdade é que tudo atrai tudo. Matéria atrai matéria. As coisas atraem-se todas umas às outras. Portanto, a secretária que tenho à minha frente está a atrair-me, tal como a cadeira, tal como os carros, tal como as montanhas, e o magma todo por baixo delas, e os rios do outro lado do mundo... O Sol também me atrai. E as estrelas também.
Mas se as estrelas me atraem, e se elas estão tão bem distribuídas à nossa volta, porque é que eu não fico a levitar, como se elásticos me puxassem para todas as direcções ao mesmo tempo?
Bom, isso não acontece porque as coisas que nos são mais próximas nos atraem mais do que as que estão mais afastadas. É uma relação quadrática, isto é, a atracção é inversamente proporcional ao quadrado da distância. Se um objecto que está a uma determinada distância de mim for afastado para o dobro dessa distância, a força com que ele me atrai diminuirá para um quarto do valor inicial. Como as estrelas estão muito, muito, muito longe, a sua força de atracção é desprezável face às coisas que nos estão mais próximas, nomeadamente a matéria toda da Terra.
Mas será que nós pesamos exactamente o mesmo onde quer que nos encontremos à superfície da Terra?
A resposta a esta questão é negativa: não pesamos o mesmo, o nosso peso depende do sítio onde nos encontramos. Ouvimos muitas vezes dizer que o planeta Terra é parecido com uma esfera achatada nos pólos. Ora, se assim é, se eu me colocar num dos pólos da Terra, estarei de algum modo mais próximo de toda a matéria da Terra do que se estiver sobre o equador. Portanto, quando estou num dos pólos, a matéria da Terra atrai-me com mais força (porque estou mais próximo dela) e logo eu fico, como que por magia, mais pesado.
Alternativamente, se eu me colocar sobre o equador, ficarei relativamente mais afastado da matéria da Terra, logo serei menos atraído e ficarei mais leve. Mas desenganem-se aqueles que pensam que ao ir para uma praia equatorial já não precisam de fazer dieta: a diferença de peso entre um pólo e o equador é apenas de qualquer coisa como 0,09%. No meu caso seriam menos de 100 gf (gramas-força).
Na realidade, se eu estiver no equador, ficarei ainda mais leve por outro motivo bem diferente. É que a Terra gira. E se eu estiver na periferia de um objecto que gira, eu ficarei sujeito a uma força centrífuga, isto é, uma força que me atira para longe do centro de rotação. No caso da Terra, a alteração de peso entre um pólo e o equador devido à força centrífuga é de cerca de 0,34%. É uma alteração pequena, mas ainda assim mais significativa que a alteração de peso devida ao achatamento da Terra nos pólos.
Finalmente, existe ainda outro factor a afectar a força com que somos atraídos pela Terra, mas que é essencialmente semelhante ao primeiro que já referimos, e que é o relevo. Se eu estiver no topo de uma montanha estarei mais longe da matéria da Terra e logo serei menos atraído e ficarei mais leve. Inversamente, à beira mar ficarei mais pesado. Quanto mais alto estiver, mais leve ficarei.
Bom, finalmente o geóide.
Se andássemos pela superfície da Terra a medir o nosso peso poderíamos associar a cada ponto um determinado peso, uma vez que já vimos que esse peso varia de ponto para ponto por causa da forma da Terra, da altitude a que nos encontramos à sua superfície e da proximidade do equador (isto é, por causa da força centrífuga resultante da rotação da Terra).
Imaginemos que depois desse trabalho feito, eu determinava qual era o meu peso médio em toda a superfície da Terra. Por exemplo, 74 kgf. Depois, poderia em cada ponto da Terra comparar o meu peso nesse ponto com o meu peso médio. Imaginemos que em Nova Iorque eu pesava 74,1 kgf. Então, eu podia calcular qual seria a altitude a que eu deveria estar em Nova Iorque para que o meu peso voltasse ao meu peso médio, isto é, aos 74 kgf. Deveria certamente subir uns bons metros. Se noutro ponto do planeta eu pesasse menos, por exemplo 73,9 kgf, então nesse ponto deveria descer, talvez para uma altitude negativa (abaixo de 0), para que o meu peso voltasse a ser de 74 kgf.
Se eu continuasse com o processo para todos os pontos da Terra e registasse quanto deveria subir ou descer para manter o meu peso médio, poderia então construir uma espécie de mapa de relevo da superfície da Terra. É esse mapa que é o geóide e que é representado na imagem no topo deste artigo.
Nessa imagem é possível ver que na zona da Taprobana (actual Sri Lanka, ao Sul da Índia), seria necessário descer uns bons metros para voltar a encontrar a força de atracção gravítica média. O mesmo é dizer que à superfície a força gravítica é inferior à média e, portanto, se lá andássemos estaríamos mais leves!
Mais info:
http://pt.wikipedia.org/wiki/Geoide
http://en.wikipedia.org/wiki/Earth%27s_gravity
Indicadores de felicidade...
O Produto Interno Bruto (PIB) ou seus derivados (rendimento, produto ou consumo, interno ou nacional, bruto ou líquido) é um indicador que apresenta muitas falhas quando tenta traduzir o nível de progresso ou de bem-estar de um país ou população. Entre outras críticas que se podem apontar a este indicador estão as seguintes:
- contabiliza o rendimento, isto é, o que se aufere, mas não o que se tem, isto é, o património;
- contabiliza apenas o que é declarado às autoridades e não a economia paralela (que pode ser ilegal ou legal, como a produção de bolos caseiros para dar aos netos);
- não contabiliza tudo o que acontece numa sociedade que não seja objecto de uma transacção monetária;
- não tem em conta a desigual repartição do rendimento;
- não contabiliza negativamente a depleção dos recursos naturais (internos ou externos) nem a produção de poluentes (em vez disso contabiliza-os positivamente!);
- contabiliza positivamente a produção, distribuição e consumo de bens e serviços que não contribuem para o bem-estar da população como por exemplo a venda de armas;
- não contabiliza o modo como a actividade económica afecta física e mentalmente as pessoas e fortalece ou enfraquece as relações sociais.
Diversas pessoas e organizações, ao longo de décadas, têm feito esforços no sentido de implementar outros indicadores, mais fidedignos da realidade que de facto se quer inquirir, seja ela a felicidade das pessoas ou a sustentabilidade da actividade económica (e por muito que estas duas possam estar relacionadas, são coisas muito diferentes!). Deixo aqui três sugestões de leitura:
E se se procurar por este tema na Internet encontrar-se-á certamente um manancial enorme de publicações sobre o assunto.
A questão pertinente que deve ser colocada é portanto: porquê esta insistência na utilização de um indicador como o PIB?... Deixo a questão em aberto.
Entretanto, a meu ver, nada mais simples haveria, para saber por exemplo se a população está mais ou menos feliz, que perguntar directamente a cada pessoa (ou a uma amostra delas) quão feliz se sente. A questão poderia, por exemplo, ser colocada da seguinte forma: de 0 a 10, sendo 0 profundamente infeliz e 10 profundamente feliz, quão feliz se tem sentido no último mês? É uma pergunta objectiva, que requer uma resposta subjectiva, para construir um índice subjectivo, uma vez que a felicidade das pessoas é sem dúvida uma coisa subjectiva, muito mais importante que a quantidade de bonecos que temos nas prateleiras lá em casa.